Así es como este funcionario electoral en Texas mantiene la paz con activistas de voto de derecha

Heider García no puso resistencia a las sospechas y amenazas del grupo. Los recibió y los escuchó.

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Aubree Campbell, de 33 años y observadora electoral del condado de Tarrant, es ya bastante conocida entre los administradores electorales de Texas. La pelirroja y autodenominada “metalera” tiene básicamente a muchos de ellos en speed dial

“¿Las boletas están ya enumeradas secuencialmente empezando por el número uno de acuerdo con los códigos electorales de Texas 52.062 y 52.009? Si no, está en violación de la Constitución estatal y nacional. ¿No se sabe el código y la ley de memoria como yo?”, le preguntó a uno de ellos, en una grabación de audio que publicó en Internet en abril. 

Sus canales en las redes sociales están llenos de publicaciones y vídeos grabados por ella misma que documentan estas interacciones, a menudo cargadas de tensión, y que son cuidadosamente monitoreadas por un pequeño pero leal grupo de seguidores que reacciona a cada publicación. Es voluntaria en las elecciones frecuentemente, ha capacitado a decenas de observadores electorales y se considera una experta vigilante de la administración electoral de Texas. 

Solo hay un administrador electoral en Texas que, según ella, “hace que los demás administradores electorales parezcan idiotas”: Heider García, que supervisa las elecciones en el condado en que ella reside. 

Es una opinión interesante. García, de hecho, ha recibido más rencor de los activistas de fraude electoral que la mayoría de las más de 200 personas que administran las elecciones en todo este estado. Incluso ha sido acusado de contribuir al fraude electoral en otros países. Los grupos marginales de activistas compartieron la dirección de su casa en Internet, junto con mensajes racistas y amenazas de muerte, haciéndole temer por su vida y la seguridad de su esposa y sus hijos pequeños

Pero eso no ha desanimado a García, que según los funcionarios locales y estatales, está abriendo nuevos caminos atendiendo y calmando la creciente histeria en torno a las reglas y procedimientos que rigen las elecciones. 

“Si quisieras definir un prototipo de administrador electoral, copiarías a Heider García”, dijo el Secretario de Estado John Scott.

Por su parte, García dijo que su enfoque le parece simple. “Aquí hay que elegir: dejarte intimidar y arrinconar por mentiras y acusaciones, o mantenerte firme y decir: ‘No tengo nada que ocultar y no voy a huir a ningún sitio.’ “ 

El día de las elecciones, el trabajo de García rindió frutos. Los observadores electorales le gritaron a él y a sus trabajadores durante las primarias de este año y durante las elecciones de 2020, pero no lo hicieron durante las elecciones de la semana pasada. 

Por ejemplo, hablemos de Campbell. Una vez cerradas las urnas, ella firmó y entró en la oficina electoral para observar el recuento. ¿Su primera pregunta? “¿Sabes dónde está?”, le preguntó a un empleado, refiriéndose a García. “Probablemente no quiera que yo esté caminando mucho por aquí, y sola.”

García, su personal y otros, piensan que su manera de contestar las preguntas y peticiones de Campbell y otros, es la razón por la que los activistas usan un tono cortés. 

Funcionarios como Scott, así como los administradores electorales de los condados de todo el estado, han tomado nota y están empezando a adoptar el método de García para corregir la desinformación y a los activistas que la difunden.

Un observador electoral examina las bolsas de boletas según se van recibiendo la noche de las elecciones en el edificio de la Administración Electoral del Condado de Tarrant en Fort Worth. (Shelby Tauber para The Texas Tribune)
García habla con los trabajadores electorales que están procesando las boletas el día de las elecciones. (Shelby Tauber para The Texas Tribune)

“Paciencia táctica”

Como muchos administradores electorales, García, de 43 años, llegó a ser supervisor  de las elecciones por casualidad. Nació en Pensilvania cuando sus padres, quienes son originarios de Venezuela, estudiaban en Penn State. Después de graduarse, sus padres regresaron con García a Venezuela, y ahí se crió. Se convirtió en ingeniero de computadoras con el sueño de un día trabajar como desarrollador de software de animación para gigantes del cine como Pixar. 

En cambio, consiguió empleo como desarrollador de software para una empresa de sistemas de votación y pasó 12 años trabajando para la empresa de tecnología electoral Smartmatic. Ese trabajo le llevó a lugares como Panamá y Filipinas antes de aceptar el puesto de administrador electoral en California. En 2018, García aceptó ese mismo cargo, pero en Texas en el condado de Tarrant.

Troy Havard, administrador asistente de elecciones y mano derecha de García, dijo que la resiliencia de García, forjada a lo largo de su trayectoria de vida, es lo que le hace diferente a los demás. “De Heider he aprendido a tener paciencia táctica”, dijo.

En noviembre de 2020, el presidente Joe Biden ganó el condado de Tarrant por un pequeño margen sobre el expresidente Donald Trump. Poco después, cuando Trump y sus aliados comenzaron a difundir mentiras sobre fraude electoral generalizado, la oficina de García se vio inundada de solicitudes de información pública por parte de activistas marginales. Esas personas querían inspeccionar boletas, acceder a las listas de votantes y obtener los mensajes de email entre García y la oficina del secretario de estado. Los activistas sospechaban que hubo irregularidades. 

Luego, algunos se enfocaron en él personalmente. Un vídeo sobre García y su trabajo anterior como programador de Smartmatic alega que él estuvo implicado en fraude electoral en Filipinas y en Venezuela. Estos grupos marginales comenzaron a publicar en Internet la dirección residencial de García, que entonces recibió mensajes racistas y amenazas de muerte

HUNT HIM DOWN” (Búsquenlo donde esté), publicó alguien en Twitter. “Condénenlo por fraude, ahorquenlo y dejen que su cuerpo sin vida cuelgue en público hasta que le salgan gusanos por la boca”, decía otro tuit. 

Pero García sabe que hay diferentes tipos de personas con las que está tratando. Algunos son trolls en línea movidos por el odio y que quieren intimidarle con amenazas violentas. Otros son probablemente estafadores, dijo, que buscan aprovecharse de las personas que acuden genuinamente a su oficina en busca de respuestas. 

Con estas personas estoy dispuesto a tener una conversación, dijo. 

“Sin embargo, la pregunta tiene que estar basada en hechos. Esto es uno de los fundamentos de todo el trabajo que hemos hecho: separemos la opinión de los hechos; la opinión de la política”, dijo García.

García asumió el cargo en 2018, cuando el escepticismo electoral ya iba en aumento. Incluso en esa época, sabía que tenía que empezar a conversar con esas personas sin ningún tipo de prejuicio. Cuando los observadores electorales, por ejemplo, le dijeron que querían ver todos los números de serie de cada máquina de votación, García hizo que su personal sacara las unidades USB de las máquinas y anotaran cada número para los observadores, lo que tomó horas. Él sabía que ellos iban a pedir eso una y otra vez, y por lo tanto ahora lo hace antes de cada elección para así tener los números disponibles inmediatamente. 

“Consiguieron lo que querían. Nosotros cumplimos sus expectativas”, dijo García. 

Con poco aviso, él ofrece recorridos de la oficina de elecciones para explicar cómo funciona el proceso. Si es necesario, pasa horas en el teléfono y tiene reuniones en persona con los escépticos. García también ha hecho mejoras técnicas para ser lo más transparente posible: Compró pantallas de televisión grandes para que los observadores pudieran ver claramente la tabulación de los resultados electorales en la noche de las elecciones sin tener que estar mirando sobre los hombros de los funcionarios. En abril, García tuvo un taller de varias horas de duración para mostrarle al público cada paso del proceso electoral en el condado de Tarrant. 

Garcia revisa a diario los canales sociales de derecha, como Truth Social. Comenzó a hacerlo inicialmente por razones de seguridad, pero ahora para estar al día de las últimas teorías de conspiración sobre el tema de las elecciones. Eso también le ayuda a anticipar qué tipos de expedientes le van a pedir los activistas, y las preguntas que le harán, dijo.

“Vemos esos canales y nuestra reacción es, muy bien, a prepararnos”, dijo. Por ejemplo, hace unos meses García empezó a notar que en esos canales estaban mencionando que en otros estados estaban pidiendo algo conocido como registro de votos emitidos. Y claro, los activistas comenzaron a pedir esos expedientes en el condado de Tarrant. 

Para que las solicitudes de expediente fuesen más manejables (que siguen llegando), y aliviar la carga de trabajo de sus empleados, García publica la información en su sitio web cuando puede, y así está disponible para todos. Esta práctica se ha vuelto más común en los últimos dos años entre los administradores electorales de Texas y los condados que tienen sitios web electorales.

Este verano, García fue un paso más allá, permitiendo que docenas de activistas pasaran días en su oficina para inspeccionar más de 300,000 boletas de las primarias de marzo de 2020 en persona: una tarea que le tomó más de un mes de preparación a su personal de cuatro a cinco personas, y además requirió tener un empleado designado para estar a la mano siempre que los activistas estuvieran presentes. Fue la primera vez que un departamento electoral de Texas organizó una inspección de boletas a tan grande escala.

García habla con observadores electorales en la estación central de recuento de la sede electoral del condado de Tarrant. (Shelby Tauber para The Texas Tribune)
Los trabajadores electorales mueven las boletas y el equipo de los centros de votación al edificio de la Administración Electoral del Condado de Tarrant en Fort Worth. (Shelby Tauber for The Texas Tribune)

La nueva normalidad para los funcionarios electorales

La función de un administrador electoral estadounidense ha evolucionado significativamente desde las primeras elecciones formales en Estados Unidos. Ahora, después de las elecciones de 2016 y 2020, son empleos que requieren bastante contacto con el público. 

García dijo que la única manera de avanzar es aprender a adaptarse al nuevo interés y escrutinio del público. 

“Así será a partir de ahora. Estos grupos van a estar checando activamente los expedientes”, dijo García. “Eso no es algo negativo si ayuda a fortalecer la confianza en el sistema”

Chris Davis, administrador de las elecciones en el condado de Williamson, adaptará los procedimientos de García dentro de unas semanas, cuando también tendrá activistas en su oficina inspeccionando miles de boletas. Davis dijo que la estrategia de García de anticipar lo que los activistas van a querer, y proporcionarles toda la información posible, posiblemente rendirá frutos.

“[Los administradores electorales] van a hacer cosas que nunca se habían hecho. Heider ha demostrado que se puede hacer, y me gusta hacia dónde va esto”, dijo Davis. “Pero hacer esas cosas también requiere tiempo y personal”.

Por eso es que los expertos afirman que la clave es contar con fondos adicionales para contratar trabajadores y adquirir el equipo necesario de manera que el departamento electoral funcione correctamente. Esto es especialmente cierto ahora que los departamentos electorales están enfrentando más escrutinio. Por eso, el éxito de los administradores electorales depende en gran medida de recibir apoyo de los altos funcionarios del condado que controlan el dinero. García cuenta con ese apoyo en el condado de Tarrant, que le ha ayudado a manejar los continuos retos. 

“Es importante que entendamos que nuestras elecciones no se hacen con la ayuda de duendecillos zapateros”, dijo Tammy Patrick, asesora senior del Democracy Fund y experta en administración electoral. “Tenemos que invertir en la gente que va a dirigir nuestras elecciones. Tenemos que darles las herramientas y los recursos que necesitan para poder atender a sus comunidades”

El condado de Tarrant tiene 1.2 millones de electores inscritos, y este año el presupuesto del departamento de elecciones fue de unos $9.7 millones, un aumento de los $8 millones que el condado aprobó en 2021. 

“Nosotros tomamos las elecciones en serio, el personal lo toma en serio”, dijo el juez saliente del condado de Tarrant, Glen Whitley. “Si [García] nos dice que necesita algo, se lo vamos a conseguir. Porque todos estamos dedicamos a tener unas elecciones transparentes y de alta integridad” 

Un observador electoral examina las bolsas de boletas según llegan a la sede electoral la noche de las elecciones. (Shelby Tauber para The Texas Tribune)

Sospechas inevitables y persistentes

El día de las elecciones, el personal de García (operadores de teléfonos, inscriptores de votación, y otros empleados de la oficina electoral) comenzó sus turnos de trabajo antes de las 6 a.m. y muchos no se fueron hasta las 4 a.m. del día siguiente. 

A mitad del día, después de que los trabajadores ya habían estado contestando llamadas de los electores con preguntas y solucionando problemas en las urnas durante unas ocho horas, García decidió que era el momento de ir rápidamente al Fiesta Mart

Trajo varias cajas de los chocolates favoritos de su infancia en Venezuela: Torontos. Caminó por la oficina y los repartió a todos los trabajadores. “Es su dulce favorito”, dijo un trabajador. La caja de chocolates que dejó en la sala de descanso estaba vacía en pocos minutos. 

En un ambiente en el que los administradores electorales de todo el país se han visto obligados a abandonar la profesión por amenazas y acoso, García ha sido capaz de mantener el ánimo de sus empleados. No obstante, él sabe que ellos también están sometidos a una presión sin precedentes. 

Para algunos de esos trabajadores, ha quedado claro que por mucho que se esfuercen en ser transparentes y accesibles, para algunos escépticos nunca será suficiente. “Ellos ya tienen una opinión”, dijo Havard, el administrador electoral asistente.

De acuerdo con la SB1, la nueva ley electoral de Texas aprobada el verano pasado, los observadores electorales pueden moverse libremente dentro de los colegios electorales y en las estaciones centrales de recuento, donde los votos se cuentan al final de la noche. Un puñado de observadores electorales pasó la mayor parte de su tiempo dentro del colegio electoral central de Tarrant la noche de las elecciones. 

Esa noche, Campbell pasó el tiempo moviéndose entre la estación central de recuento y la sala donde la junta electoral bipartidista procesaba los votos por correo y los provisionales. Ella tomó notas, y dijo que estaba allí para asegurarse de que los formularios de la cadena de custodia de los equipos electorales (que viajan desde el lugar de votación de regreso a la oficina electoral) se llenaban correctamente. “Porque a veces los trabajadores no fueron capacitados bien; la mitad de ellos no saben lo que están haciendo”, dijo.

Al preguntarle si fue testigo de alguna irregularidad el día de las elecciones, Campbell dijo: “Oh, sí. Tendremos algunas preguntas para Heider más tarde” 

Campbell dijo que le parecía sospechoso, por ejemplo, que un votante actualizó su inscripción electoral en un sitio de votación y recibió una boleta provisional. (Este es el procedimiento estándar en Texas)

El observador electoral Mike Brewster, mecánico de aviones jubilado, también pasó la mayor parte de la noche en el colegio electoral. Brewster está en contra del uso de máquinas de votación electrónicas, y en las reuniones del tribunal de la comisión electoral del último año ha hablado regularmente sobre la desacreditada teoría de conspiración de que las máquinas de votación “podrían estar conectadas a Internet”. 

García ha ofrecido dejar que Brewster inspeccione la máquina para demostrar que no tiene ningún módem de internet ni conexión Bluetooth. Brewster no aceptó la oferta porque “realmente no demuestra gran cosa”, dijo, y añadió que “no hay transparencia en el sistema [electoral]” 

Mientras haya personas dañinas que siguen ganando dinero con la difusión de desinformación sobre las elecciones, las teorías de conspiración no cesarán, dijo García. Y tampoco cesarán las llamadas telefónicas con preguntas, las solicitudes de información pública para inspeccionar boletas, los emails ni las reuniones en persona con activistas que quieren hacer preguntas. 

Su oficina ya ha recibido solicitudes de expedientes para “cada documento que cada juez electoral produjo en cada centro de votación en las elecciones del 8 de noviembre”.

Pero está bien. Eso es ahora parte del trabajo, dijo García. 

“Es lo que aceptamos al tomar el empleo. Somos servidores públicos”, dijo. “En las elecciones tenemos un refrán que dice: ‘O renuncias en los primeros seis meses o te quedas para toda la vida’, y es porque hay mucha satisfacción cuando ayudas a tu comunidad y trabajas en algo tan importante”

Natalia Contreras es reportera de Votebeat en colaboración con el Texas Tribune. Para comunicarte con Natalia, envíale un mensaje a ncontreras@votebeat.org.